Otro día abre los ojos, y lo único que ve
es la parta inferior del camarote de su compañero de celda. Ni siquiera de él
se podía salvar. La noche anterior fue… salvaje, pero nada placentera. No para
él.
Tendrá que verlo
todos los días, quién sabe por cuánto tiempo. Y muy seguramente saldría antes
que él mismo.
La gran mayoría
saldrá antes que él.
Y a él le tocará morir
allí.
¿Cuándo? No lo
sabe. No lo sabrá.
Cuando llega la hora de poder salir a
desayunar, se lo piensa un poco. Más bien, pensaba si iba a poder levantarse
siquiera. Pero tenía hambre. Mucha hambre.
Klecyh: (Supongo
que no tengo de otra…) *suspira* (sabía que iba a ser duro, pero maldición) *hace
fuerza con sus brazos para levantar su torso, sintiendo de inmediato el ardor
en su trasero* (mierda-) ok-
Logra levantarse, con mucha dificultad, pero
logra ponerse de pie y caminar, lentamente, hasta el comedor de la prisión. Forma
la fila por al menos 20 minutos. Veinte minutos en los que aprovecha para
arrepentirse de haber empezado a hacer esas atrocidades que lo llevaron ahí.
Arrepentirse de no haberse detenido en ningún momento en el cual haya empezado
a dudar, que se haya dado cuenta que lo que hacía estaba completamente mal.
Pero no se detuvo.
Ahora se
arrepiente.
Ahora que ya no tiene
otra opción que pasar el resto de su vida allí.
Ahora que sus
actos fueron tan malos, que la muerte sería demasiado buena para él.
Después de recibir la bandeja de su desayuno,
busca la mesa más alejada que logra encontrar para… intentar disfrutar de su
comida.
No estaba tan mal.
Pero las miradas sobre él se sentían como fuego sobre su piel. Aún no se
acostumbra a recibir tanta atención, a estar rodeado de gente.
Algunos tipos se acercan a su mesa, y se
sientan allí, rodeándolo. Sigue comiendo, pero ahora con dificultad para tragar
debido a la presión que ahora sentía.
Kleych: ¿Qué
quieren?
¿?: Debes saber.
Kleych: Por
supuesto *da un sorbo a su vaso de agua*
¿?2: ¿Y bien?
Kleych: *suspira*
sé que soy la muñeca inflable aquí, pero al menos déjenme terminar mi comida.
¿?: ¿Y te crees
que puedes hablarnos así?
Kleych: *lo mira,
fijamente* Sí.
¿?: Óyeme bien,
imbécil-
Kleych: Hagamos un
trato (a ver si funciona).
¿?: ¿Qué?
Kleych: Un trato. Si
tan desesperados están, claro, pueden usarme. Pero si me cuidan del resto… seré
su puta exclusiva.
¿?: *sonríe,
incrédulo* no me vas a tomar del pelo.
Kleych: No lo
hago. ¿Están desesperados o no?
¿?: Tsh… *mira a
sus compañeros*
Kleych: (Ya estoy
harto… ugh, me van a pegar alguna enfermedad a este paso)
¿?: Bueno… *vuelve
a mirarlo a él* bien. Que así sea.
Kleych: (Bueno, es
algo… no sé si sea bueno).
Cada día era una
tortura.
Por un mes.
Un muy largo mes.
Pocas eran las
ocasiones en que podía pasar un solo día tranquilo.
La ducha era la peor parte.
Dolía.
Mucho.
Un día, ya ni sabía qué día era, pero eso ya
no tenía importancia, un guardia se acerca a su celda para abrirla.
Guardia: Tienes
visita.
Kleych: ¿Mi
hermana?
Guardia: Yo qué
sé. Solo ven.
Se levanta, con dificultad. Unos dos
minutos le toma levantarse de su cama, y se acerca al guardia para que éste
pudiera colocarle las esposas, y ser llevado al área de visitas, donde Eudicy
lo esperaba al otro lado del vidrio, ya sentada. Delgada. Muy delgada. Con unas
grandes ojeras.
Se sienta y toma
el teléfono, y su hermana también.
Kleych: ¿Qué te
pasó?
Eudicy: Síntomas.
Kleych: *suspira,
frustrado, se lleva una mano al rostro para cubrirse los ojos* ¿y estás yendo
al doctor? ¿Estás siguiendo algún tratamiento? *vuelve a verla*
Eudicy: Sí, claro.
Kleych: Eudicy.
Eudicy: Es en
serio. Si no me crees es tu problema.
Kleych: Hm… ¿y
cómo va?
Eudicy: Eh… al
menos perdí peso.
Kleych: Ni
siquiera es porque estés saludable, pendeja.
Eudicy: Aish,
nunca agarras las bromas.
Kleych: ¿En serio
te parece bien bromear de eso? Literalmente te estás muriendo.
Eudicy: Ya séeee. Solo
trato de asimilarlo…
Kleych: Hm… te voy
a creer que estás siguiendo el tratamiento que te esté dando el doctor.
Eudicy: Bien. ¿Y
tú qué tal?
Kleych: Soy la
muñeca inflable de la mitad de los reclusos, pero bueno.
Eudicy: Vaya que
la tienes difícil, ¿eh?
Kleych: Meh, ¿qué
más puedo hacer?
Eudicy: Bueno…
Kleych: Bueno…
cuídate.
Eudicy: Sí…
Ambos bajan los teléfonos y se levantan,
Eudicy más rápido que Kleych. Lo ve demacrado, lleno de moretones y más delgado
de lo que ya era. Más delgado de lo que ella estaba a causa de la enfermedad.
Una vez sale del edificio, saca de su
bolsillo un cigarro y un encendedor. No tenía manera de dejarlo, ya era parte
de ella.
Inhala el humo. Lo
expulsa. Camina, y su primera parada es el primer antro que se encuentra a unas
calles de ahí.
De donde, al
llegar la noche, sale acompañada de un nombre que acaba de conocer. Ambos
borrachos, se dirigen desequilibrados al motel que está en frente.
La semana transcurre igual para Kleych,
cada día más adolorido, sin descanso, viviendo el infierno que sabía que
merecía, pero que no estaba preparado para experimentar.
Un jueves, ya no lograba aguantar el olor
que despedía de sí mismo. No tiene más opción que regresar a la ducha otra vez.
Con mucha
dificultad, se vuelve a levantar cuando toca la hora del baño. Se dirige,
lentamente, a las duchas, con la mirada de todos encima de él, lo mismo de
todos los días desde hacía un par de meses. Y mientras deja el agua caer sobre
su ya delicado cuerpo, siente un fuerte dolor en el lado derecho de su abdomen.
Luego en el brazo. Otro más en la espalda. Otra vez en el brazo.
Lo estaban
apuñalando, pero no era un cuchillo. Algo plano, pero filoso.
Solo alcanza a
gritar por el dolor. Ya no tenía la fuerza para poder defenderse. Nunca tuvo
fuerza, realmente.
Se resbala y cae
al suelo. Allí es donde unos tres hombres más se acercan para golpearlo,
patearle todo el cuerpo. Intenta protegerse la cabeza, pero sus manos apenas
servían de nada. Siente que se le quiebran las costillas.
Todo duele.
Escucha a lo lejos
cuando los guardias intervienen, y le quitan de encima a sus agresores.
Ja.
Los agresores.
Del agresor.
No recuerdo en qué momento perdí la
conciencia. No sé cuánto tiempo habrá pasado. Pero desperté, con una fuerte luz
blanca arriba en el techo, y todo el cuerpo adolorido, sin poder moverme. Escucho
a lo lejos unos murmullos, pero no puedo descifrar quién es, ni mucho menos qué
dicen. Probablemente sobre mi estado.
Quiero morirme.
Ya.
Me lo merezco.
Lo sé.
Pero ya no puedo
más.
¿Ya no me
castigaron suficiente?
¿Ya no me violaron
suficiente?
¿Tanto… causé yo
ese mismo sufrimiento?
¿Tanto así?
Ya no puedo. Ya no
quiero.
Al menos mi hermana tiene una nueva
oportunidad.
¿Verdad?
Nunca intenté corregirla. No tenía derecho
de hacerlo, de todos modos.
Nunca la detuve cuando empezó a fumar.
Nunca hice nada
bueno por ella.
Pero espero que
con esto ya ella pueda cambiar.
Mejorar.
Espero.
Que ella pueda
tener una nueva oportunidad.
“… Esta mañana, se
declara la muerte Kleych Kiaku, abusador sexual que fue atrapado y enjuiciado
hace 2 meses. La causa de muerte fue de daño interno, debido a los golpes que
recibió en las duchas del centro penitenciario. También se cuentan unas 9
puñaladas en su torso, brazos y espalda, hechas con un destornillador plano…”
James: Oh…
Shion: Hm… bueno, es
lo que se merecía…
James: … sí…
*desvía un poco la mirada* (supongo que sí…)
Shion: *lo mira de
reojo* … *le toma la mano*
James: *voltea a
verlo*
Shion: ¿Todo bien?
James: Ah, sí, sí…
Shion: Bueno…
James: *se
levanta* esto… ¿me acompañarías a un lado?
Shion: ¿Dónde?
James: Al
hospital.
Shion: ¿Hm?
James: Es que…
bueno… es, la hermana de Kleych. No sé si… ella ya se habrá enterado… está
enferma, Kleych me dijo en qué hospital estaba.
Shion: Hm… pero no
la conoces de nada.
James: Lo sé, lo
sé… pero… es su hermana…
Shion: … sí, voy…
Se levanta del sofá y apaga el televisor. Mientras
Hector dormía, Sedrik y Alann charlaban afuera de la casa. Cuando Shion y James
salen, se aseguran de avisarles que saldrían, pero sin dar demasiado detalle en
qué harían.
El camino hacia el hospital es silencioso.
Las calles también son silenciosas, pocas personas transitando por las aceras.
Shion: … James…
James: Kleych me contó… él… no
sé, de verdad parecía arrepentido.
Shion: ¿Arrepentido? ¿En
serio?
James: Eh, bueno, tal vez…
estaba consciente de que lo que hizo estaba mal… por eso confesó todo en la
corte.
Shion: Hm…
James: Y tiene… tenía a su
hermana menor… de verdad quería que ella pudiera cambiar…
Shion: … *le toma la mano*
James: No debería de haber
empatizado con él, pero… quisiera al menos que su hermana no se enterara por
las noticias, que no estuviera sola cuando lo sepa.
Shion: Hm… eres muy bueno.
James: *lo mira*
Shion: Ya iremos a verla, ¿sí?
James: Claro…
Al llegar al hospital, James nota algunas
miradas sobre él. Claro, después de haber sido atrapado junto a Kleych y salido
en las noticias, claramente se iba a volver popular, aún si sus propios delitos
no hayan sido grandes.
Se acerca a la recepción,
donde la chica que allí trabaja, estaba más bien jugando en su celular, pero al
sentir que alguien estaba frente a ella, decide verlos.
James: Am,
disculpe, señorita. ¿Está Eudicy Kiaku?
Recepcionista:
¿Eudicy? Un momento *dice mientras dirige su mirada al registro de paciente*.
Hm, no, no encuentro nada aquí.
James: Oh… ¿de
verdad? Pero- me dijeron que ella estaba aquí, o que se atendía aquí-
Recepcionista: Ah,
no… lo siento, acabo de encontrarla… pero falleció hace unos días.
James: … oh… ya
veo…
Recepcionista: ¿No
era esa la hermana de Kleych?
James: Sí… hm,
está bien… gracias, señorita.
Recepcionista: A
la orden. (¿Y él por qué los conoce?)
Saliendo del hospital, ninguno de los dos
emite palabra alguna. Y caminan de vuelta a la casa, sin decir nada más.
Supongo que así son las cosas.
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